Celebraciones religiosas: un legado compartido por el pueblo mexicano y la Iglesia

En México, las celebraciones de Cuaresma, Semana Santa, Pascua y Corpus Christi se concatenan en torno a un mismo tronco en un complicado "complejo ritual".

Las celebraciones comunes que expresan la identidad y cohesión social de estas comunidades conviven indisolublemente con las celebraciones religiosas católicas de esta época en las unidas comunidades de las colonias, barrios y ciudades.

Esta fusión cultural de la religión católica con las prácticas y tradiciones de los pueblos de origen mesoamericano, son un invaluable testimonio histórico de procesos culturales de larga duración en materia de negociaciones e intercambios interculturales, así como un faro de esperanza sobre la realidad de una sana convivencia sin pretensiones de aniquilación.

Por ejemplo, la celebración de ferias y fiestas de santos que cada viernes congrega a una región en una ciudad determinada en torno a festividades religiosas como misas, bailes, procesiones, mandas, rosarios, etc., puede atribuirse al tiempo de Cuaresma como preparación espiritual desde el Miércoles de Ceniza hasta la Semana Santa. Además, la feria local atrae a comunidades que se encuentran a gran distancia, fomentando la convivencia regional y los lazos de solidaridad.

De esta manera, las celebraciones de Cuaresma y Semana Santa, conformadas por la religiosidad popular en México, son auténticos ámbitos devocionales regionales que expresan la vida social y la identidad étnica de numerosos pueblos que comparten una misma región y que han aprendido a llevarse bien a pesar de sus diferencias interculturales a través de la activa participación socio-religioso-cultural y económica de estos complejos festivos. Si su familia es devota, no dude en asistir a los eventos de Semana Santa en la Ciudad de México, adquiriendo sus boletos de autobús con destino a la capital del país.

La fiesta religiosa no está separada del componente eclesiástico oficial; la presencia del clero y las actividades litúrgicas son innegables; sin embargo, trascienden este aspecto puramente piadoso-devocional para incorporar las identidades de cada pueblo participante en su complejidad social y, a su vez, integran también una identidad regional donde se reconoce la convivencia de muchos pueblos. 

Sin duda, las celebraciones de Cuaresma, Semana Santa, Pascua y próximamente Corpus Christi en el México actual son una verdadera herencia compartida entre la Iglesia y el pueblo, entre una fe y una liturgia que hunden sus raíces en una tradición recibida hace medio milenio, pero que también han sido adaptadas e interiorizadas desde culturas locales que han impreso a esa liturgia sus propios valores y su propia sensibilidad hacia lo Sagrado, realizando una "liturgia inculturada".